Diario de las JMJ (19.8.2011)

I.
Empieza nuestro segundo día entero en Madrid. Hay quien ha dormido en el campo de fútbol, de césped artificial. Bueno, lo que es dormir...

II.
Pedal: ¿no creo en los curas? Técnicamente, tampoco yo. Sí, si hablamos de creemos en la gente. No, si se piensa que son algo más. Tienen una función peculiar y clarísima. Como los laicos. Y se complementan. Por otra parte, ¡cuánto insulto y barbaridad han tenido que escuchar! Pero están acostumbrados. En primer lugar, porque a sí mismos se las dicen cada día: son hombres, polvo, pero polvo enamorado, como dice el poeta castellano. Y, en segundo lugar, de modo increíble, porque se sientan a confesar, y allí... allí se reúnen para sus oídos todos los estropicios y barbaridades humanas juntas. 

III. 
Selección de tweets simpáticos:
Que una señora te diga que le da pena que nos vayamos a Cuatro Vientos porque llenamos Madrid de alegría #EstoEsGrande #JMJ

Estando muerto de calor tras 3 horas en el mismo sitio una señora te dice con una sonrisa: gracias por lo que estais haciendo#EstoEsGrande

1 empleado del Ayto de#Madrid11 dice q el montage de#JMJ le parecía una exageracion ahora dice q no se podía imaginar ésto. Es increíble!

IV. 
Vía Crucis seguido desde calle Alcalá. Gran contraste. A la ida al Parque de Retiro hemos pasado por ahí y gritábamos, bailábamos y hasta hemos hecho la conga. A la vuelta, sentados en el asfalto, ardiendo. Y en silencio, que era momento de rezar. 
Increíble la saeta de canto hondo que se ha marcado el amigo. La gente ha estallado en aplausos. Brutal.

V. 
Al acabarse el Vía Crucis -era inevitable- han empezado los "viva el Papa". De aquellos que ponen en la cuerda floja a las gargantas más aguerridas. 

V. 
Después del Vía Crucis, unos bailoteos y una conga ¡internacional! Se ha ido sumando gente de otros países al ver lo fácil que era. Ha sido un Waka-Waka  ¡espectacular! 
De camino, una alegre avalancha humana se aleja de la calle Alcalá. No se ve nada, porque no han encendido las farolas. Decidimos, sin más, que cada uno coja la mochila del que va delante. Se genera un gusano bastante considerable. Teniendo en cuenta la de gente que hay por las calles, el gusano serpenteante tiene su gracia. 
Una chiquilla argentina me pregunta en su peculiar acento, mezclado con un deje de cansancio, de dónde somos. "De Barcelona". Sonríe y, después de decirme que ella es argentina, susurra: "Todos los argentinos añoramos Barcelona...". Le comento que no vale la pena, que Argentina es muy bonita. "¿Has ido alguna vez?". Le confirmo que no. Nos despedimos. Y ahí acaba la cosa. 

VII.
Dos horillas (nótese la voluntariedad del diminutivo) esperando en la calle Génova para cenar. De 20:30 a 23:00.  La verdad es que los que nos atienden van de cráneo, así que decidimos hacer tiempo cantando en la acera y haciendo la ola y demás. Mi vitalidad se ha acabado hace unas horas, pero la gente... pushes you up!


VIII. 
Una ola (también internacional) en el metro, esperando a que llegue. El conductor se partía de la risa, al entrar. Y aplausos cada vez que llega uno en la otra dirección. Dentro de uno, unos franceses haciendo la conga. Una y mil. Luego está el capítulo de los cantos. Cantos alemanes (¡han cantado Bach!), lusos, italianos...
Las pilas se van acabando...
Salimos del metro... vivos. Llegamos y, después de una ducha reparadora, tumbarse y dormirse es todo uno. Good night!

Comentarios

J. Carreras Guixé ha dicho que…
Gracias por estas crónicas, escritas sobre el terreno. Muchas gracias.